El Timonel de la "dulce sonrisa".
"Mandamos a todos los sacerdotes que desde el día de la ratificación del Concordato, en el curso de la santa misa, rezada o cantada, exceptuando las misas de difuntos, que, en las primeras oraciones, en las secretas y en las poscomuniones, añadan las palabras Ducem nostrum Franciscum".
(Del Cardenal primado Plà y Daniel, en 1953).
De chico, lo llamaban Paquito o Paco, diminutivo lógico, ya que fue bautizado el 17 de diciembre de 1892, en la parroquia castrense de San Francisco, en El Ferrol, como Francisco Hermenegildo Paulino Teódulo más un montón de apellidos , según la costumbre de la época.
Era Paquito, para su familia, diminutivo con el que nunca se sintiò a gusto, sobre todo porque a su primo Francisco Franco Salgado Araujo, más alto, lo llamaban “Pacón”.
Así fue “el chico”, durante años, hasta que, compañeros de carrera militar, “Pacón” se convirtió en el perpetuo actor secundario en el reparto, el amigo del chico, el hombre que, a punto de morir, dejaría escrita su amargura por lo mucho que le había dado a su primo y lo poco que había recibido.
Se lo empezó a llamar Franquito en la Academia de Infantería de Toledo, donde ingresó en 1907,
Franco estaba feliz, habìa conocido Madrid!.
Ya en esa època, comenzaba a mostrar algo de su carácter:
"Esto de la carta de recomendación era cosa que yo no alcanzaba a entender. Me parecía un vicio que arrastraba la sociedad, que no podría tener influencia en el ingreso en un establecimiento militar y que podría alcanzar efectos contrarios a los pretendidos. Así se lo expresé a mi padre, que acabó por comprenderlo. Por otra parte, las cartas en sí carecían de valor. ¡Quién iba a decirme entonces que, 21 años después, me iba a corresponder, como director de la Academia General Militar, el corregir estos abusos!"
Claro que , al principio, no le fue muy bien. No se llevaba bien con los mejores de la clase, cosa que, ademàs, èl nunca fue.
Al contrario, era un estudiante del montón, situado muy por detrás de Camilo Alonso Vega, amigo de la infancia y futuro ministro.
Franco, lo pasó muy mal en sus primeros meses de estancia en aquella academia. Casi un niño, frágil, con voz aflautada, lo llamaban Franquito y se burlaban de èl.
Hasta que un día, harto de aguantar, agarrò una lámpara y se la tiró por la cabeza al jefe de los provocadores. (Dejaron de molestarlo, pero siguieron llamándolo Franquito).
A este Franquito de la academia, Vicente Guarner, militar republicano, lo recuerda como “un gallego poco culto, tímido, receloso”, y dice que, de haber hecho una encuesta en la Academia de Toledo, sobre cuál de aquellos aspirantes a oficial podría llegar a ser caudillo, Franco ni hubiera figurado.
Sin embargo, cuando Millán Astray organizó,la Legión Extranjera española,(imitada de Francia), escribió a los tres comandantes de Infanteria más jóvenes para mandar “banderas”, (pequeños batallones), y Franco mandó la primera de ellas, con imposición de una disciplina que rayaba en la crueldad.
El pelotón de castigo trabajaba con las mochilas rellenas de piedras, y eran fusilados sistemáticamente los legionarios indisciplinados. Franco no tuvo nunca prejuicios humanitarios. La compasión y la piedad ante los sufrimientos de sus semejantes no entraban en su mentalidad.
Recibe una serìa herida, y su reputaciòn, crece.
Por esa època. Franco se compromete con un “buen partido”. Tenìa aspiraciones. La boda de una Polo Meléndez Valdés no era mal arreglo. Ella tenìa apellidos importantes, y Franco ya era gentilhombre del rey.
(La sobrina de Francisco Franco, Pilar Jaraiz, era una niña que formó parte del cortejo de la novia, y años después comentaría que, a partir de aquel enlace, Franco se había ido distanciando de su familia. Su familia paterna, ya no era suficiente.)
Franco asciende a general. Y es el general más joven de Europa.
(Cosa rara, mientras que al general Primo de Rivera se le encarga ultimar la pacificación en Marruecos, a Franco se le encarga la Academia Militar de Zaragoza. Tenìa influencias, o suerte.)
Ya pocos lo llamaban Franquito.
En Madrid se codea con la oligarquía asturiana , la Casa Real, la alta oficialidad y hasta asiste a tertulias políticas en casa de un ex ministro.
Allí aparece por primera vez un Franco hablador, que no siempre se calla, aunque no entienda.
También salió de actor de cine en una sobremesa en la casa de Natalio Rivas ( el ministro), y decìa ser un buen filmador, coincidiendo con Lenin, en la importancia propagandística que tenìa el séptimo arte.
Como director de la academia persiguió las bromas, y la sífilis, dos de sus cuatro obsesiones persecutorias. Las otras dos, eran el comunismo y la masonería.
Las bromas, porque las había padecido; la sífilis, porque la temía como una consecuencia de los desórdenes de la sexualidad.
El comunismo, porque leía una revista francesa dedicada a impedir que la Tercera Internacional penetrara en los ejércitos de Europa, (revista a la que lo había suscrito Primo de Rivera !).
Su odio a la masonería era consecuencia de lo que aprendió en los libros catòlicos de su infancia, y del espectáculo de la masonería influyendo en carreras militares y en la ruina del imperio español. (Pero la masonería siempre lo siguió como una sombra. Su hermano Ramón fue masón. Su padre admiraba a los masones, y despreciaba a Paquito como político.)
Durante su etapa al frente de la Academia Militar de Zaragoza se convierte en un punto de referencia social en la ciudad. Se codea con la “alta sociedad”.
Franco es una figura social y militar, consultado por altos oficiales que, desde Madrid, asistían a la caída del rey:
"¿Tú que harías si se provoca la caída del rey?", le preguntan Berenguer y Millán Astray.
Y él contesta: "¿Qué haría Sanjurjo?". Le dicen: "Nada".
Si Sanjurjo, que era el jefe de la Guardia Civil, no hacìa nada, Franquito tampoco!
Y nada hizo.
(Continuarà)
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