Aclaraciòn necesaria.
Este relato, con pequeños cambios, apareciò en Bloguetia hace tiempo. Quiero aclarar, en virtud de algunos comentarios que recibì aquella vez, que de ninguna manera comparo al General Peròn, con Jesùs. Y tampoco al "Gran Inquisidor", con Domingo Cavallo (Sèptimus Cavallus), ya que el Inquisidor, aunque equivocado, tenìa buenas intenciones, mientra que Cavallo es un perverso entregador.
Solo quise recrear, (en forma liviana ) el cuento de Dovstoyesky. Sobre todo, la atmòsfera del relato original, y su magnìfico remate. (Por supuesto, salvando las distancias entre Dovs, y yo.)
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Habìan pasado muchos años, desde la muerte de aquel gran profeta.
Endiosado por quienes lo siguieron, pero odiado y perseguido por sus detractores, sus ideas habìan sobrevivido a su carne.
Luego de su desapariciòn, llegaron años turbulentos, llenos de falsos predicadores, secuaces de poderes oscuros, que enviaban mensajes plenos de mentira sobre el sufrido, resignado, e inocente pueblo, que, en el colmo del descreimiento, habìa llegado a dudar, en forma colectiva, sobre la existencia real de aquella mìtica figura.
Tantos habìanse arrogado la representaciòn del pensamiento vivo del gran hombre, tantos se habìan presentado como su viva imagen, que tan solo lograron que todo se convirtiese en una mezcla estùpida, sombrìa y decadente, de apetencias personales, ansias de poder, de figuraciòn, y bùsqueda de riquezas.
No faltaba, tampoco, el malèvolo poder exterior, que , mediante engaños, proponìa soluciones ràpidas para aquella gente, vendiendo un falso futuro, que nunca se hacìa realidad.
El brillo del oro, compraba voluntades, afectos, lealtades y honras. En fin, todo.
Y la sociedad entera se revolcaba en el lodo de la desverguenza, a pesar de algunas buenas voluntades, que las habìa, pero eran sistemàticamente menoscabadas y perseguidas.
Hasta que un grupo de monjes, llamandose a sì mismos, "Sacerdotes neoliberales", tomò sobre sì la dura y pesada carga de custodiar el legado intelectual del gran hombre.Y hacièndose del poder, velaron por la salud mental del pueblo. Y custodiaron la economìa de mercado. Y castigaron a aquellos que clamaban por el "estatismo", llamàndolos herejes, mientras concedìan permisos para peregrinar a Miami, en una suerte de nueva religiòn econòmica.
Eran distintas ideas que las del precursor, pero las salvaguardaban , protegìan, y continuaban, segùn ellos.
La vida transcurrìa tranquila y apaciblemente, con el pueblo encaminado desde un presente ominoso, hacia un futuro soñado.
Hasta aquel estremecedor dìa, cuando cundiò la terrible noticia. El jefe del estamento, "El Gran Neoliberal" de nombre Septimus Cavallus, supo, por boca de sus acòlitos, que se corrìa el rumor de que el profeta, habìa reencarnado.
Habìa sido visto, se decìa, hablando frente a gentes de una villa de emergencia, sobre cosas como "El estado previsor", "la salud pùblica" y "conquistas sociales".
Esto era inconcedible, y Sèptimus Cavallus, con el poder que su investidura le conferìa, ordenò inmediatamente su aprehensiòn. y su traslado a la torre del mercado libre, para su interrogatorio.
Esto se cumpliò sin demora, ya que el nuevo profeta, se entregò mansamente.Una vez allì, el Gran Neoliberal le estudiò detenidamente, con expresiòn adusta. Pero su interlocutor, no parecìa intimidado. Solo le sonreìa, con una sonrisa lejana, como si mirase a travès de èl.
Turbado, Sèptimus Cavallus le espetò, golpeando la mesa con un puño:-"Eres tù, quien dices ser?"- "Sabèis el castigo al que os arriesgàis?"-
Pero el aludido, solo siguiò sonriendo, miràndole fijamente.
Enrojeciendo de ira, el Gran Neoliberal prosiguiò, mientras agitaba un dedo acusador:-"Vais en contra de nuestra obra! Sabèis de nuestro sacrificio? Bien sabemos el precio que habremos de pagar! Nosotros, los custodios del bienestar del pueblo, odiados seremos! Y la historia mal nos recordarà! Pero....ES NECESARIO! Ellos, pobres ovejas descarriadas, nada saben del futuro. Y nada recuerdan del pasado. Solo saben, y respetan, el premio y el castigo. Y somos nosotros, los administradores del castigo, los que nos quemaremos en la hoguera del odio, del desprecio, y del olvido! Todo para preservar la obra, de Aquel, el que tù dices que eres! Què respondes?!"-
Pero el nuevo profeta, solo le miraba con una sonrisa entre dulce y afectuosa.
El Gran Neoliberal continuò con màs vehemencia:-"Ese el peso que hemos aceptado. Nos condenaremos, pero nuestro sacrificio, tendrà sentido. Ellos seràn salvos. Nunca sabràn a que se expusieron. No conoceràn la burocracia, ni el estatismo, ni la demagogia, ni la dictadura sindical. Solo nosotros lo sufriremos, y ellos llegaràn al paraìso, sin saber como, y sin agradecèrnoslo! Y tu vienes a importunarnos? Contesta!"-
El profeta, lentamente, abriò sus manos, y, mostrando las palmas, las agitò suavemente. Con una sonrisa càlida, musitò una palabra:
-"Compañero"-
Visiblemente conmovido, Sèptimus Cavallus desviò la mirada, y, en tono màs calmado, dijo en forma ràpida:
-"Està bien, os dejarè ir, por esta vez, ya que no encuentro culpa en vuestra actitud. Pero prometed que no os entrometerèis en nuestro camino, o deberè castigaros!. Guardia! Abrid la puerta!"-
Sin una palabra, el General Peròn, se perdiò en la noche.
Buenos dìas.
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Noche de frío.
Hace 4 días