(Tenía dos historias de "empecinamiento Ibérico" para escribir. Ésta, y los gallegos que intentaron escalar el Aconcagua en motocicleta. Empecé por ésta.)
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Entonces dije: ‘A cualquiera de
esos señores aviadores y automovilistas los desafío yo a hacer una travesía
caminando y conduciendo además una carretilla de cien kilos'".
(Guillermo Larregui, a un periodista)
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“El Vasco de la Carretilla levantó una pasión
efervescente en Buenos
Aires: recibió homenajes, pronunció discursos, contó mil veces su hazaña al
público y a los periodistas. A los pocos días de su llegada, cientos de
carteles anunciaron en las calles de la capital una función extraordinaria que
se celebraría el 12 de junio en el Teatro Apolo: "Gran función
extraordinaria en honor y a beneficio de Guillermo Larregui, el Vasco de la
Carretilla, ejemplo magnífico de la energía y la voluntad de la noble raza
Eúskara.”
Pero……donde empezó esto?
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Guillermo Larregui, nacido en 1885 en el barrio
pamplonés de la Rochapea, devoró durante su infancia novelones de aventuras, y
el veneno del viaje se le coló sin remedio en la sangre: en 1900, con 15 años,
se embarcó hacia Buenos
Aires.
Después de un tiempo, se traslado a la
Patagonia, donde se empleó de peón en una petrolera.
Durante una reunión de trabajadores, donde se
elogiaban las proezas de aviadores y automovilistas ( era el año 1935 ) , Don
Guillermo se cansó de la cháchara, y dijo que era muy fácil realizar proezas
con esas “cosas tecnológicas”, y que él solo necesitaba una carretilla para
realizar un viaje a Buenos Aires.
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Buenos Aires estaba a mas de…….3400
kilómetros!
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Como no le creyeron, tomó su carretilla y salió
caminando. Los intentos por disuadirlo, fueron en vano.
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Cuando algunos paisanos suyos lo alcanzaron por el
camino, y le pidieron que volviera, contestó: -“No puedo. Si
rompiera mi promesa sería indigno de usar esta boina que también usted usa y
que es todo lo nuestro.”-
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Una vez llegado a Buenos Aires, en 1936, dono
su carretilla al museo de Luján, donde aún se exhibe.
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Pero la cosa le había gustado, y realizó varios
“raids” más.
En total, caminó mas de 22.000 kilómetros,
utilizando tres carretillas en total.
-“Sabíamos que eras vasco, pero no tanto!”- le dijo
un amigo.
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Alcanzó Iguazú en 1949, ya con 64 años, y allí
obtuvo un permiso para instalarse dentro del parque, muy cerca de las
cataratas.
Despejó un claro en la selva, recogió cientos
de latas del cercano hotel Iguazú y los rellenó con cemento para emplearlos
como columnas y paredes de su nueva casa: una cabaña de duendes, metálica y
multicolor, en la que guardó una sala para exponer fotografías y recuerdos de
sus viajes y levantó un altar con latas y una imagen de la Virgen.
Larregui vivió allí sus últimos quince años.
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Falleció a los 79 años. Está
enterrado allí, en Puerto Iguazú.
Una de sus frases más repetida
era: –“Un vasco hace posible cualquier
cosa imposible”-
Buenas tardes.
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6 comentarios:
Qué historia conmovedora, Gaucho, no la conocía, gracias por traerla y compartirla con nosotros, un ejemplo de vida, un abrazo!
Gracias a ti Gaucho amigo.
Por que también haces posible lo imposible.
Ser Vasco es algo, pero para todas esas andas, tiene que ser un super hombre.
Hoy nos traes una historia increible.
Un buen fin de semana y un abrazo.
Ambar
Hola amigo Gaucho, buenas historias nos dejas....el ser humano es indestructible..
Pasa buena noche, besos suculentos..
María Cristina, Ambar, Don Vito, gracias por pasar.
Si, es una historia "imposible", pero real!!
Saludos a todos.
Que maravillosa historia que no conocía. Hace poco visité Iguazú y las cataratas y nadie nos hablo de él, es una pena que una historia tan importante por su capacidad de ganador, no hubiera sido remarcada como ejemplo.
mariarosa
Gaucho!!! que suerte que andes por aqui otra vez! un gusto leerte, como siempre, espero no te pierdas y cuando gustes charlamos de la vida...
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