La historia de un hombre grande.
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Emilio se habìa enrolado, para ir a Rusia.
Se pensaba que la excursiòn, "para matar comunistas", durarìa un par de meses. Pero las cosas no fueron asì.
Le tocò ir a Sebastopol, integrando la dotaciòn de un tren que transportaba un cañon enorme, con el que se destruìa una ciudad entera, con solo 10 disparos.
Los libros de historia muestran que aquel enorme mortero, era llamado "Dora", pero Emilio, hasta el final de su vida, insistiò en que el nombre era otro: "Karl".
(Nota: "Mirko y su mosquito bailarìn", averiguò que en realidad, eran dos cañones distintos. Emilio estuvo en el "Karl", el màs chico.)
El General al mando, se llamaba "Dietrich Von Choltitz", y Emilio lo amò por el resto de su vida.
Conocìa de donde era oriundo (Baden Baden, en Alemania), el nombre de su esposa (Huberta), y jamàs aceptò que, màs adelante, Von Choltitz, se haya rendido con la guarnicion de Parìs.
"Lo envenenaron!", "Lo envenenaron!", era toda su explicaciòn.
Años màs tarde, horrorizarìa a su nieto, contàndole como, para guiar a los camiones de abastecimiento, en medio de la estepa, tomaban cadàveres y los dejaban al raso, durante una noche, en posiciòn de firmes, pero con un brazo extendido.
Quedaban congelados de tal forma, que se los enterraba hasta la rodilla, con el brazo mostrando la direcciòn correcta, en las curvas del camino. Servìan durante todo el invierno.
Pero el frìo cobrò su precio. Emilio, que no era un muchacho, enfermò de neumonìa, y debiò ser evacuado.
Vuelto a España, convaleciò de su enfermedad durante dos meses, antes de ser desmovilizado.
En ese lapso, aprovechò para quedarse con un fusil Màuser, que sacò pieza por pieza desde la enfermerìa.
Vuelto a la Argentina, se llevò un par de sorpresas. Su hijo mayor querìa estudiar. Jugaba bien al ajedrez. Y para empeorar las cosas.....tocaba guitarra!
Para una persona dura, y semianalfabeta como Emilio, esto era inadmisible.
Era "no querer trabajar". Era perder el tiempo en cosas "poco serias". Le prohibiò absolutamente, a su hijo, que se dedicara a esos menesteres.
Para peor, el muchacho, que asistìa a la escuela Tècnica, les arreglò una bomba de agua movida por un motor de auto, a los Dòccola. (Emilio pensaba que èl, el padre, debiera haber dado permiso. Porque la escuela de SU hijo, la pagaba "ÊL", y no los Dòccola.)
El enfrentamiento fue tan duro, que su hijo mayor abandonò el hogar familiar a los 18 años, no volviendo a verlo sino hasta 20 años despuès.
( el que terminò pagando el precio, fue el NIETO, de Emilio. Tuvo que cumplir todos los sueños frustrados de su padre. Asì, fue campeòn de ajedrez, concertista de guitarra clàsica, abanderado en la escuela, y tuvo una carrera Universitaria. Lo que no tuvo, fue una infancia feliz. A su turno, el tambièn abandonarìa el hogar paterno, siendo muy joven)
Otra sorpresa, fue la llegada del General Peròn al poder. Emilio se volviò un peronista fanàtico y rabioso. Claro que nunca entendiò, ni tratò de entender, ni hubiese entendido, el ideario peronista. (Y tampoco le interesò entenderlo, jamàs.)
Para èl, Peròn era igual a Francisco Franco!! Con eso, bastaba.
(Fue la ùnica causa que apoyò en su vida. Todo lo demàs, fue por ser oponerse a algo, lo cual, era mucho màs fàcil.)
Por esa època, recorrìan las chacras, compradores de hacienda y prestamistas, o ambas cosas, mayormente de origen hebreo.
Compraban a precios bajos, muy bajos, y revendìan en el mercado central. Tambièn prestaban dinero para semillas e implementos, con intereses altos que, los chacareros, casi siempre analfabetos, aceptaban por ignorancia.
Muchos pequeños productores, perdìan su campo al no poder pagar los prèstamos, debido, por ejemplo, a una mala cosecha, o una baja en los precios de mercado.
Emilio, (como era de esperar), los odiaba.
Una vez corriò a uno desde la casa hasta la tranquera (eran 200 metros), armado con....un jamòn!
Mientras tanto, le gritaba "Raus"! "Raus"! (fuera! fuera!, en alemàn).
Los negocios marchaban cada vez mejor. Emilio tenìa campos, propiedades, varios negocios, y por esa època, comenzò a viajar a BS As, para arreglar las ventas de sus cosechas, y la compra de insumos.
Para tener un lugar donde parar, comprò un edificio de cuatro pisos, con ocho departamentos, en el barrio de Caballito.
Años màs tarde, esto le traerìa un problema monumental, con su mujer.
Los hijos de Emilio, cuando èste era ya anciano ("Don Emilio"), comenzaron a poner en orden sus papeles. Entre muchas escrituras, buscaban saber cuales eran las del edificio. Emilio jamàs daba explicaciones, asì que nadie estaba seguro. Al cabo de un tiempo, la verdad saliò a luz.
Emilio le habìa regalado el edificio a una "amiga". (En su vida, habìa regalado varias casas, a familiares y amigos. Pero un edificio era demasiado..... ¡Y a una amante!)
Su mujer abandonò el campo, donde vivìan, y se fue a un departamento en la ciudad de Rosario.
Emilio no diò ninguna explicaciòn, ni a ella, ni a sus hijos, ni a nadie. Y tampoco se quejò por quedarse solo.
(Años màs tarde, estando a solas en el campo, su nieto se atreviò a preguntarle si aquella historia del edificio regalado a una "querida", era cierta. Don Emilio respondiò con un seco: "Es de hombre bien nacido, retribuir LOS FAVORES RECIBIDOS". Fue su ùnica aclaraciòn sobre el tema.)
Su esposa, finalmente, se reconciliò con èl, pero, enferma de Alzheimer, falleciò a los 82 años, rodeada por su esposo, hijos, y nietos.
Don Emilio, estoico, siguiò viviendo solo otros diez años. Activo y sano, llegò a los 93 años sin necesitar de nadie. Y sin querer a nadie cerca.
Hasta que un dìa, en 1991, saliò a comprar el pan, y no viò un auto que se acercaba.No sufriò ninguna herida seria. Solo magulladuras. Pero tuvo que quedarse en cama.
Y, para un hombre de su edad, esto suele ser mortal.
En 15 dìas, dejò de hablar.
Al mes, sin salir de aquel estupor sombrìo, Don Emilio amaneciò muerto.
Aquel chico de siete años, finalmente habìa dejado la Argentina.
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(Abuelo, le puse tu nombre a mi primer hijo. Y alguien, tenìa que escribir tu historia.)
Buenas noches.
Esas cosas del amor.
Hace 2 días