Gente Sensible

miércoles, 24 de junio de 2009

SOMBRÌO MISTERIO RELIGIOSO.

No creo en brujas, pero.................


En la ciudad de Rosario, existe un barrio, en la zona sur, llamado “Tiro Suizo”, el cual es famoso por una característica ESPECIAL: todo aquel que nazca en un radio de 500 metros de la parroquia “San Casimiro”, será buena persona.

A qué se debe esto? La explicación más aceptada, hace mención de un hombre santo, un cura sencillo y luminoso, quien estaba a cargo de la parroquia, a principios del siglo veinte.

Tenía por costumbre bautizar a los niños, nombrándoles un ángel de la guardia para su guía y protección.

Tan fuerte era su devoción y creencia, que este “ángel” (más precisamente, un “serafín”, según Santo Tomás de Aquino) comenzaba realmente a existir, y acompañaba al pequeño por la vida, haciéndolo bueno, honesto y generoso.

(Justo es aclarar que, a pesar de la desaparición del párroco, esto sucede aún HOY en día, por lo que la “comisión de jubilados discutidores de política, boxeo, y sobornos en el fútbol”, sita en la peluquería del barrio, expidió un comunicado donde propone investigar la Pila Bautismal, que algo tendría que ver con el asunto).

Pero todo esto, no es más que una introducción. El tema central, tiene otro cariz. Se trata de la aparición en el barrio, de lo que es comúnmente llamado (en voz baja): “el serafín torvo”.

Se trata, según se cuenta, del ángel adjudicado a Julio Angaroni, nacido el 13 de Mayo de 19 34, quien murió a los 25 años, aquejado y vencido por la más cruel de las enfermedades: La mala suerte.

En realidad, nunca se probó si la infausta fortuna que perseguía al joven Angaroni, provenía de su ángel, o le pertenecía a él por completo. Pero lo acechaba todo el tiempo, sin darle tregua.

Esto era tan así, que, ya en su infancia, pudo probarse, sin lugar a dudas, una serie de hechos que documento a continuación:

1) Al abrir un sobre de figuritas, estas siempre aparecían en blanco.

2) Sus zapatos, no se gastaban, ni se rompían. Igual que el guardapolvo. Por esta razón, nunca se vio al niño Angaroni, con zapatos nuevos.

3) De joven, todas sus amadas, enfermaban de tuberculosis, y se marchaban a vivir a Córdoba.

4) Perdió un billete de lotería, que a la postre resultó premiado. Pero, a pesar de sus esfuerzos por encontrarlo, solo apareció cuando el tiempo de cobro había expirado, en un saco que él mismo revisó unas veinte veces.

Éste último episodio resultó la causa fundamental de su desaparición, ya que Julio Angaroni, encontró la paz, debido a un ataque de apoplejía, a raíz de la impresión sufrida.

Su ángel de la guardia, desconsolado, encontró refugio en los caireles de la añosa lámpara central de la iglesia, donde fue visto durante el oficio fúnebre. Su gesto, entre hosco y atribulado, dio origen a su apelativo.

Y, quien sabe por qué, la araña majestuosa, de inconmovible dignidad, parpadeó unas cuantas veces, y luego se apagó para siempre, siendo incosteable su arreglo.

Lo demás, es reciente.

El rumor de un serafín que atraía la mala suerte, corrió, y corrió.

Algunas veces, era un pretexto para ocultar la torpeza propia, como las comadres, que, distraídas con su cháchara, rebalsaban el mate, quemándose la mano, y lo atribuían a aquel espíritu sombrío, haciendo cruces.

Pero hay HECHOS COMPROBADOS, (recopilados por la “Comisión de avistamiento, seguimiento y control de las mujeres del barrio”, que funciona en la mesa de la ventana del bar “El Mariscal”), que, sin lugar a dudas, demuestran que ALGO ocurre, a saber:

1) En el barrio, nadie (NADIE), puede ganar a la quiniela. Por lo tanto, el juego ha desaparecido desde hace años.

2) Cualquier estudiante del secundario parroquial, que se quede a solas con una compañera, en el baño del segundo piso, JAMAS aprobará geografía de cuarto año.

3) No se debe estacionar el auto delante de la parroquia. Las gomas aparecen indefectiblemente desinfladas.

(Debe aclararse que el punto 3, está en seria discusión. Algunos estamentos del “Circulo para hablar mal del Intendente y de lo loca que es la de la esquina”, que funciona en el centro vecinal, sugieren que las gomas desinfladas, se deberían más a ciertos entes demoníacos, como el hijo del panadero, y el nieto de Doña Coca, que al “Serafín Torvo”).

Sea cual fuere la explicación , lo cierto es que todavía hoy puede vérselo sentado en la añosa, pero inútil lámpara de la parroquia, mirando fijamente el “vía crucis”, con cara de sufrimiento.

Pero esto solo ocurre durante las más calurosas horas de la siesta. Y nadie arriesga, ni tiene alguna idea, sobre como podría terminarse con su desconsuelo.

Mientras tanto, el tiempo pasa.

El “Serafín Torvo”, una leyenda?.

Una realidad estremecedora?

Una víctima del destino?

El enigma persiste.


Buenos Dìas.



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miércoles, 17 de junio de 2009

SABRÀN DISCULPARME

Otra vez, la sangre no llegò al rìo!

Bueno, pasaron tres meses, y, aunque fue, y es duro, las cosas se empezaron a estabilizar.

En algunos momentos, pensè que no escribirìa màs, y hasta ensayè despedidas. Pero no tenìa tiempo ni de escribirlas.

Despuès me diò un poco de verguenza. (Epa! tres meses sin dar señales de vida!!)

Pero, de a poco, me dan ganas de dedicarle algo de tiempo a "la palabra", otra vez.

Sepan disculpar mi mezcla de desidia, pereza, tremendismo y angustia.

Otra vez, la gran tragedia que signarìa mi vida para siempre, no ocurriò!


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En mi lejana infancia,
mi jardìn fue cultivado,
con amorosa esperanza,
con temeroso cuidado.
Siendo joven, mis mayores,
en mì, vieron su reflejo.
De frescas y claras flores,
mi jardìn se hallaba pleno.

Màs, secòse aquel vergel.
No sè que fallò, empero,
y, sin amor que merecer,
hoy, soy este àrido yermo.
¡Quiera Dios, dejarme ver,
què es tu amor, y morir luego!




Buenos dìas.


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